Post Mortem
La fotografía dentro de sus cualidades propias como medio, establece contundentemente su relación con la muerte; la fotografía ha de perpetuar sucesos que han pasado, nunca un hecho fotografiado ha de repetirse, por lo tanto, la fotografía es intrínseca a lo muerto, al pasado.
Nunca ha ser futuro, una vez obturada la cámara fotográfica el presente atrapado, pasa a ser historia, tiempo pasado, muerte. Post Mortem, busca en el pasado esas imágenes donde las emulsiones fotográficas poco sensibles a la luz, requerían de largas exposiciones, donde los sujetos al menor movimiento salían desenfocados o borrosos. Cuando un familiar, amigos o vecinos morían; se les fotografiaba, para perpetuar la presencia del ser amado en una imagen.
Práctica fomentada de los años 1840-1910 aproximadamente, vemos a los deudos fotografiados al lado de su difunto, algunas veces con los ojos abiertos pretendiendo que aún se encuentran con vida, otras sencillamente colocados los muertos, con flores, los niños recién nacidos eran tratados con sumo cuidado. Se homenajea al presente, que se convierte en pasado y pasa a formar parte de lo muerto de lo que no volverá a ser.